Los imanes atraen o repelen ciertos metales, y los campos magnéticos son el área donde se siente esa fuerza.
Los imanes son objetos que pueden atraer o repeler otros objetos, especialmente metales como el hierro. Esta atracción o repulsión no ocurre de la nada; existe un área alrededor del imán donde esta fuerza se siente, y a esa área la llamamos campo magnético. Los campos magnéticos son importantes porque los usamos en muchas cosas, desde motores eléctricos hasta brújulas.
Al igual que una batería tiene un lado positivo y uno negativo, los imanes tienen un polo norte y un polo sur. Polos opuestos (Norte y Sur) se atraen, mientras que polos iguales (Norte y Norte, o Sur y Sur) se repelen. Imagina que intentas juntar dos piezas de rompecabezas iguales; se resisten, ¿verdad? Lo mismo ocurre con los polos iguales de los imanes.
No podemos ver un campo magnético directamente, pero podemos observar cómo afecta a otros objetos. Por ejemplo, si esparces limaduras de hierro alrededor de un imán, las limaduras se alinearán siguiendo las líneas del campo magnético, revelando su forma. Es como el viento: no lo ves, pero ves cómo mueve las hojas de los árboles.
Nuestro planeta actúa como un gigantesco imán. Este campo magnético terrestre nos protege de las partículas cargadas del sol y es lo que hace que las brújulas funcionen, apuntando siempre hacia el norte magnético. ¡Es como si la Tierra tuviera su propia brújula interna!
Cuanto más lejos estés de un imán, más débil será su fuerza. Si intentas pegar un imán a la nevera a través de una pila de papeles gruesos, puede que no funcione. Pero si lo pegas directamente, se adherirá con fuerza. Es como el calor de una fogata: cuanto más cerca estés, más calor sentirás.